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La Santa Reliquia fue trasladada hasta aquella bella ciudad del Benelux, norte de Europa, desde Tierra Santa, por uno de los Condes de Flandes, y en su honor fue erigida La Basílica que es la más antigua de la ciudad, sus orígenes se remontan al siglo XII y allí estuvieron también custodiándola los Caballeros Templarios.
Entrada a La Basílica (Holly Blood) que se encuentra ubicada dentro de La Plaza del Burg
Vista de la Plaza del Burg desde La Basílica, el Ayuntamiento a la derecha, de frente el nuevo Palacio de Justicia y entre ambos edificios, que los une, el anterior y antiguo Palacio de Justicia
Parte superior y Cúpula del antiguo Palacio de Justicia
Actual Palacio de Justicia, frente a La Basílica
Parte lateral de La Plaza
El Palacio del Ayuntamiento, se encuentra a la derecha de La Basílica
Escaleras de entrada a La Basílica, que se encuentra construida en dos plantas, en la zona de arriba hay un Museo y en la zona de abajo se encuentra La Santa Reliquia de La Sangre de Jesucristo
Cuadro que representa La Santa Reliquia
Bellísimas imágenes de Reyes, Santos, Condes y Duques de Flandes, orando y haciendo ofrendas a La Virgen María con el Niño Jesús en sus brazos
Capilla de La Santa Sangre de Jesucristo, nos narra la tradición e incluso se recoge en los Evangelios Apócrifos, que fue José de Arimatea quien guardó la Santísima Sangre de nuestro Amado Jesucristo, después de que su bellísimo cuerpo fuera lavado y embalsamado con aceite de áloe y con mirra por las Santas Mujeres en el Sepulcro nuevo y limpio donde fue trasladado el cuerpo de Jesucristo al terminar su Crucifixión.
Tabernáculo donde se encuentra La Santa Reliquia
La Reliquia de la Preciosa Sangre se encuentra tras este Tabernáculo
La Oración de rodillas ante la Preciosa Sangre de Jesucristo, concede una inmensa paz y purifica. Toca muy fuerte el corazón con su inmenso amor:
Alma de Cristo santifícame
Cuerpo de Cristo, sálvame
Sangre de Cristo, embriágame,
Agua del costado de Cristo, lávame
Pasión de Cristo, confórtame
Oh mi buen Jesús, óyeme
Dentro de tus llagas, escóndeme
No permitas que me aparte de Tí
Del maligno enemigo, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame
Y mándame ir a Tí
Para que con tus Santos te alabe
por los siglos de los siglos.
Amén. (San Ignacio de Loyola)
El rayo de luz (posteriormente recortado y ampliado), recuerda el cuerpo de un hombre envuelto desde la cabeza a los pies en un Sudario, del que se desprenden unos inmensos rayos de luz
Vista de La Plaza del Burg desde las Vidrieras emplomadas del piso superior
Ecce Homo
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