Este Libro, todo un modelo de vida, confirma para los estudiosos de la razón (para los que tenemos fe no existen dudas), que La Biblia resulta inspirada por Dios desde su origen, su fuente es Divina, porque anticipa Teorías Científicas descubiertas muchos siglos después, afirma la realidad del Universo y las Galaxias:
"Dios extiende el norte del cielo sobre el vacío, cuelga la Tierra sobre la nada" (Job 26,7).
En la antigüedad se creía que la tierra era plana y estaba sostenida por un gigante denominado Atlas, por elefantes o por tortugas.
La luz se puede dividir y nos llega la luz azul, Isaac Newton lo descubre en 1666 (Job 38,26).
El agua llega a la tierra a través de la lluvia (Job 28, 37-38), descubierto por Perrault y Mariotte en 1740.
El peso del viento (el aire en movimiento), lo descubre el científico italiano Torricelli en 1734 (Job 28-25).
Capítulo 39 del Libro de Job, El Señor describe con belleza mediante preguntas a Job, los dones que ha concedido a nuestros fieles amigos los Caballos: conocen y se alegran de su fortaleza, tienen poderío sobre la tierra, valentía, se superan al oír los clarines y las trompetas en la batalla, no tienen miedo a la espada, saltan los obstáculos como langostas, piafan y resoplan con sus hollares de manera formidable para demostrarlo, atiende y conoce el grito de los Capitanes en la Guerra donde se funde con su jinete o amazona y se vuelve un binomio perfecto de sentimientos y corazón:
"¿Puedes tu dar al caballo la fuerza (poderío)?
¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes?
¿Puedes hacer tú que salte como una langosta?
El resoplido de su nariz es formidable.
Piafa en la tierra, se alegra en su fuerza,
sale al encuentro de las armas
Hace burla del espanto, y no teme,
Ni vuelve el rostro delante de la espada.
Contra él resuena una aljaba,
El hierro de la lanza y de la jabalina
Y él con ímpetu y furor escarba la tierra,
Sin importarle el sonido de la trompeta;
En cuanto suenan los clarines dice: ¡Ea!
Y desde lejos huele la batalla,
El alboroto de los capitanes, y el grito de guerra.
¿Puedes hacer tú que salte como una langosta?
El resoplido de su nariz es formidable.
Piafa en la tierra, se alegra en su fuerza,
sale al encuentro de las armas
Hace burla del espanto, y no teme,
Ni vuelve el rostro delante de la espada.
Contra él resuena una aljaba,
El hierro de la lanza y de la jabalina
Y él con ímpetu y furor escarba la tierra,
Sin importarle el sonido de la trompeta;
En cuanto suenan los clarines dice: ¡Ea!
Y desde lejos huele la batalla,
El alboroto de los capitanes, y el grito de guerra.
Finalmente, después de ponerle a prueba en las adversidades y vencer las tentaciones del maligno, llega de la mano de Dios la bendición para el hombre Justo (y la mujer) que vence las batallas, lo es por cuatro generaciones disfrutando de los hijos de sus hijos, y le concede larga vida:
Quitó Jehová la aflicción de Job cuando él hubo orado por sus amigos
y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job (42):
Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro.
Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas,
y tuvo siete hijos y tres hijas.
Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc.
Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos.
Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.
Y murió Job viejo y lleno de días.
Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro.
Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas,
y tuvo siete hijos y tres hijas.
Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc.
Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos.
Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.
Y murió Job viejo y lleno de días.
El Señor también le concede la fuerza fisica suprema a Sansón casi sobrehumana, pero seducido por Dalila la pierde, muere en un último acto de fortaleza pidiéndole al Señor perdón y que le devuelva su poder, y es escuchado.
Sansón recibe la fortaleza de Dios Padre
Dalila hablando con los ancianos
Es otro ejemplo de lo que sucede cuando no se emplean los inmensos dones que concede el Señor a alguno de sus hijos escogidos.
La bendición de la larga y bella vida para el justo, llega, pero si se es fiel.
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